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Barro, ferris y fogatas: la experiencia de Javier Valenzuela en la Carretera Austral

Carretera Austral en invierno: la ruta que conquista al viajero

Cuando Javier Valenzuela decidió recorrer la Carretera Austral en pleno invierno, sabía que no sería un paseo turístico cualquiera. Para él, la ruta significaba un desafío personal: enfrentarse al barro, al frío y a las largas jornadas de imprevistos que solo el sur de Chile puede ofrecer.

El inicio de una aventura distinta

Desde los primeros kilómetros, Javier entendió que la Carretera Austral no se deja conquistar con facilidad. El barro se volvió constante, las raíces y las rocas complicaban el avance, y un puente derrumbado obligó a redibujar el mapa del día. Lo que parecía un trayecto directo hacia Caleta Puelche terminó en un rodeo agotador de más de siete horas y 180 kilómetros.

Sin embargo, la frustración se transformó pronto en asombro: cada desvío le regalaba vistas nuevas, como el imponente volcán Yates, que se asomaba entre nubes y neblina.

“La Carretera Austral no se recorre: se aprende. Te obliga a ceder el control, a escuchar el clima y a moverte al ritmo del sur.”

Entre ferris y paisajes de postal

En su travesía, Javier descubrió que la Carretera Austral también se navega. Subir la moto al ferry en Caleta La Arena rumbo a Caleta Puelche fue uno de esos momentos que mezclan nervios con emoción. Desde la cubierta, observó cómo el estuario de Reloncaví se escondía bajo un manto de nubes, un paisaje que solo el invierno podía regalarle.

El viaje, aunque exigente, tuvo recompensas simples y memorables: una empanada caliente, un clásico milcao con chicharrones que se convirtió en festín después del cansancio y la sensación de ser pionero, al enterarse de que era de los primeros motociclistas de la temporada en cruzar ciertos tramos. Un derrumbe cambió el plan del día: la ruta se improvisa, el ánimo no.

La vida en ruta

Para Javier, cada jornada terminaba igual que comenzaba: con espíritu de aventura. Al caer la noche, el ritual era improvisar una fogata, compartir un vino y dejar que el frío patagónico se mezclara con las risas y la complicidad de los amigos de ruta.

La moto descansaba junto a la carpa, mientras el fuego mantenía vivo ese instinto primitivo de los viajeros que saben que lo importante no es solo llegar, sino disfrutar cada obstáculo.

Más que kilómetros, historias

El viaje de Javier Valenzuela por la Carretera Austral en invierno fue mucho más que una suma de kilómetros. Fue un recordatorio de que las mejores rutas no son las más fáciles, sino aquellas que obligan a detenerse, retroceder y, aun así, seguir adelante.

Entre zorros madrugadores, derrumbes, ferris inesperados y la eterna compañía del ripio, Javier encontró lo que realmente buscaba: la certeza de que en el sur de Chile la aventura siempre supera a la planificación. Porque recorrer la Carretera Austral en invierno, como lo hizo Javier, es aceptar que el verdadero destino es la experiencia misma.


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